Una Madre que intercede por sus Hijos, por Soriely Nicasio

marzo 1, 2024

Hablar de mamá María nunca es una tarea fácil; uno siente que se queda corto/a ante toda la santidad, bondad y amor que ella representa, es y nos regala. Sin embargo, mal pudiera yo hacer de no compartir, así sea un porcentaje mínimo, de las gracias que he recibido a través de su intercesión. Den por gracia lo que por gracia han recibido (Efesios 2:8).

Una de las experiencias más trascendentales que he vivido, hasta ahora, a través de su santo ruego, ha sido la ocurrida entre los años 2021 y 2022 (y que aún se desarrolla); en el primer año, me quedé sin empleo: solo el que lo ha vivido sabe lo que, aun para una persona de fe, supone quedarse sin recursos, luego de muchos años siendo independiente económicamente.

Ese tiempo fue una montaña rusa de emociones, pues como bien dijo Santa Teresa de Liseaux: “Quien habla de santidad no se puede olvidar de que esto va acompañado de caídas, debilidades, cansancio, depresión, enojo”. No obstante, bien supo iluminarme Dios Padre que me condujo a los pies de la Madre; pues “ese tiempo libre” que ahora tenía, lo dediqué entre otras cosas a la oración, a la lectura de la Palabra, a la asistencia con regularidad a la Eucaristía y, claro está, a rezar el Santo Rosario cada día.

Luego de muchos “y largos” meses de espera, una pequeña luz en el camino: una convocatoria para emplearme en una entidad de intermediación financiera; lo que no sabía yo era con quien me iba a encontrar allá. Llegado el día de presentarme al departamento de Recursos Humanos (RRHH), al entrar a un pasillo a quien primero me encontré fue a Mamá, la misma Tatica en un cuadro. Solo pude preguntarme: “¿Estás tú detrás de esto?”

Al empezar a ocupar mi posición, por segunda vez la encontré; en esta ocasión decorando un escritorio, y ahí confirmé que ella fue quien intervino para que su pequeña pudiera tener empleo nuevamente. Como humanos al fin, nunca solemos estar satisfechos; sentía que la posición que ocupaba estaba por debajo de mi experiencia y capacidades en ese momento, pero dentro de mí había una “corazonada” de que algo más había para mí y que Mamá nuevamente estaba detrás de esto.

Un año y un mes después (2022), recibí una llamada; una amiga colega me pedía mi hoja de vida para enviarla a una fundación. Me decepcioné un poco porque entendía que allí no iba a haber progreso para mí.

Resulta que esa fundación necesitaba una abogada, que además fuera católica y que tuviera conocimiento de procesos de debida diligencia. La cosa no se queda ahí: ¡quería hablar conmigo el vicepresidente del Consejo Administrativo de mi lugar de trabajo! Sin dudas, trabajar allí me dio ventaja sobre otros candidatos. El resto lo dejo a la sana imaginación del lector.

Sin ánimos de alargar más mi testimonio, hoy en día soy la Directora Ejecutiva de la Fundación del Museo de la Altagracia, ubicado en Higüey. Aún sigo sin entender qué vio ella en mí que me escogió para tan delicada posición. Lo que sí veo es su gracia iluminando mi trabajo, mi vida y mis sueños todos los días. Trato de seguir en la lucha, porque el camino de fe es eso: una lucha constante donde tratamos de vencer nuestra carne, vencer al mundo y al enemigo y esto es más llevadero con una figura maternal que constantemente ruega por nuestras necesidades. Este es un pequeño ex voto para ti, mi muy amada Madre María.

-Soriely Nicasio

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