Soy una persona diferente, veo la vida con otros ojos, soy más alegre y aprendí a orar desde el corazón y con fe.

Desde siempre viví una vida normal , una familia cristiana muy estable y un esposo maravilloso. En el 2016 tuve mi primer hijo, estábamos muy alegres y bendecidos. Un día, de repente sentí una sensación muy extraña, como desesperación e inquietud. La desesperación era cada vez más fuerte, tenía miedo de la muerte, de las enfermedades y comencé a somatizar. Visite todo tipo de médicos porque siempre tenía un dolor de pecho pero nunca salía nada malo en el diagnóstico, estaba desesperada y creía que me volvería loca. Lloraba y oraba pidiendo a Dios un milagro de sanación, pero las cosas seguían empeorando.

Un día decidi ir a un psicólogo pues el milagro no llegaba. Dios no me estaba escuchando, pensé. La primera psicóloga que fui me hablo de medicarme, a lo que me negué rotundamente pues tampoco sentía la necesidad de eso. No volví más donde ella.

Busque otras opciones, y encontré otra psicóloga, ahí fue donde comenzó la obra de mi Señor. Tras meses de terapia fui comprendiendo lo que era la ansiedad y cómo controlarla ya que es como un monstruo que te frena y pierdes el control de ti mismo. Mi esposo y mi madre fueron un apoyo muy importante e incondicional en este proceso.

El Señor me sanó de una manera diferente a la que yo esperaba, no fue un milagro, sino un proceso lento e intenso, debía poner mucho de mi parte para hacer los ejercicios que me mandaba la psicóloga.
Hoy en un día, ya tengo 1 año y 3 meses de alta en la psicóloga pues ella no encontró ninguna patología en mí, me dijo que puedo seguir viviendo una vida normal sin ir a terapia y practicando solo los ejercicios aprendidos.
Luego de esa prueba de mi Dios, soy una persona diferente, veo la vida con otros ojos, soy más alegre y aprendí a orar desde el corazón y con fe.

Prometí al Señor que cuando fuera curada por su misericordia , daría mi testimonio y haría lo posible por publicarlo en esta Revista, y aquí estoy cumpliendo mi palabra y dando gloria a Dios cada día. ¡Dios es rico en misericordia y escuchó todas las oraciones que yo pensaba que no escuchaba!

Gracias Señor, a la gloria y la honra a Ti por siempre.

Crecí en una familia católica y unida, tenía una vida normal. Me case y luego de varios años, me embaracé. El niño nació con una bacteria en la sangre y luego de eso fue un proceso muy largo de médicos y estudios.
Gracias a Dios el niño continuó creciendo sano y en bendición.

Un día sentí un dolor en el pecho y comencé a preocuparme. Cada día tenía una molestia diferente, nervios, miedo, desasosiego, inquietud. Estaba muy asustada y visité toda clase de doctores.

Mi esposo me apoyaba mucho y un día decidí ver un psicólogo, el Señor me guió hasta allá y ahí comenzó su obra maravillosa para mi. Prometí publicar mi testimonio en rayo de luz y ayudar a otros a confiar en el plan de Dios aunque eso signifique mucho sufrimiento.

Gracias a ese proceso de dolor y luego sanacion , hoy soy una persona nueva, más alegre , positiva y con una relación más estrecha con mi Señor.

La gloria y el poder son suyos por siempre.

Gracias mi Dios !!!!!!