¿Qué Hacer Cuando los Hijos se Van o el Síndrome del Nido Vacío?

septiembre 12, 2018

Por Juan Francisco Puello Herrera

Cuando los hijos se van o el síndrome del nido vacío

En la incógnita de la salida de los hijos de la influencia de los padres parecería que ofrezco la solución al problema antes de plantearlo, pero es necesario comprender que la familia es un lugar privilegiado donde como nos dice Manuel Iceta Olaizola en la familia como vocación, que la «acogida es cosa de cada día, y varias veces cada día».

Es poco probable que una familia pueda resistir los vientos huracanados de la soledad (aunque parezca increíble el 17 de enero de 2018 se anunció en el Reino Unido la creación de un Ministerio de la Soledad para atender la soledad que embarga a sus ciudadanos, cuando en realidad es una paradoja que la soledad es la sala de audiencias de Dios, pero es perniciosa para quien no vive en ella con él) si no tiene un proyecto de vida que le dé sentido de pertenencia a los esposos y a los hijos, permitiendo que cada uno tenga bien claro hacia donde deben dirigir los pasos para alcanzar las metas propuestas en orden a los compromisos que se asumen en el núcleo familiar.

Cuando los esposos despliegan las velas del amor en el ámbito familiar se van poniendo los cimientos del hogar sobre roca (véase Lucas 6, 43-49). Es construir el amor en un entorno de reciproca correspondencia que sea el aprendizaje por excelencia que prepare la correspondencia de los hijos a los padres cuando llegue el momento que estos emprendan los retos de la vida por si solos.

La barca de los lazos familiares jamás zozobrará teniendo una memoria llena de recuerdos vividos en plenitud que induzcan a superar las normales consecuencias de la salida de los hijos del terruño cálido que proporcionan los padres.

 

¿Qué puede significar para los padres la salida del hogar de los hijos ya sea para estudiar, trabajar o casarse? En mi caso, que residía en un pueblo, siendo el menor de tres hermanos puedo testimoniar que salí de la tutela de mis padres a los 17 años para estudiar en la universidad, sin embargo, nunca percibí que estos sufrieran el síndrome del nido vacío, porque siempre lo llenamos.

 

Pero no siempre es así, tanto la ausencia o el alejamiento de los hijos del entorno familiar es frecuentemente motivo de una gran preocupación para los padres. Ocurre, cuando hay un estado de incertidumbre en el ámbito familiar al desconocer la suerte del hijo que abandona el hogar, comparable con la parábola del hijo prodigo. En esa parábola se describe al hijo que tomó la decisión de hacer tienda aparte, entendiendo que podía valerse por sus propios medios no solo económicos, sino emocionales.

 

Se hace muy difícil para los padres aceptar una situación en la que un hijo fruto de sus entrañas resuelva no tener contacto con ellos luego de la salida del hogar. Pero esta afectación dolorosa siempre tiene remedio si se busca la causa que la ha generado.

 

Escudriñar en los motivos de un abandono intempestivo del hogar familiar lleva a buscar más de Dios. En esa búsqueda aparecerán signos luminosos que serán los que iluminaran el camino para un retorno en armonía y paz. Cada fracción del tiempo en ese despertar de la gracia es importante porque tiene el sello inconfundible de la redención de Jesús.

 

En situaciones como la planteada lo importante es dejar que Dios actúe y haga estrado de sus pies a aquel que está en situación de alejamiento. La confianza puesta en quien todo lo puede hace nacer la esperanza de alcanzar nueva vez la alegría que albergaba ese corazón.

 

Regresando al tema que nos convoca, cuando los hijos se han marchado inicia una forma distinta de ver y disfrutar de la vida, se dice un tiempo nuevo en que cada integrante de la familia debe caminar hacia la plenitud del amor, buscándose, reuniéndose, acompañándose, ocupándose de las necesidades de los miembros de la familia y brindando un servicio sin condiciones.  

 

Algo muy importante en el rol a desempeñar por cada integrante de la familia cuando llega ese momento de dejar ir a los hijos es la confianza depositada en la educación que le hemos dado, la fortaleza infundida en la unidad familiar, pero sobre todo y antes que nada la confianza que sembrada en Jesús como centro para llenar ese nido vacío, que en realidad no está tan vacio, pues en realidad lo llena el amor que ha sido fuente de la integridad de la familia.

No dado a reproducir lo que circula por el internet, pero me parece interesante este texto con el que termino que se le atribuye a José Saramago sobre lo que significa un hijo, y que dudo sea de él por su confeso ateísmo: «Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo… el más preciado y maravilloso préstamo ya que son nuestros sólo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenecen a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos».

COMENTARIOS
  1. davior@gmail.com dice:

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