LA FE ES UN DON DE DIOS QUE SUPERA TODA ADVERSIDAD

abril 1, 2024

 

 

Soy Rosa, tengo 58 años de edad, fui diagnosticada con Esclerosis Lateral Primaria, en el hospital de Boston -Massachusetts, hace alrededor de 8 años. Esta es una enfermedad neuro-degenerativa, por la cual he ido perdiendo paulatinamente algunas facultades motoras; es decir, de movimiento; uso un andador para caminar distancias cortas; para distancia larga, una silla de ruedas. He perdido en un 85% la capacidad de hablar. 

Mis manos se están atrofiando, por lo que uso unas férulas especiales, las cuales debo ponerme por un período de 4 horas al día y uso férulas en los pies cuando voy a caminar; también, tengo dificultad con la deglución de los alimentos. Debido a todas esas limitaciones no puedo valerme por mí misma, tengo una persona que me asiste. 

Recibo terapia física tres días a la semana en mi casa, hidroterapia dos días a la semana (terapia en una piscina), terapia del lenguaje (pues al ir perdiendo la movilidad de la lengua, ya no puedo comunicarme adecuadamente) y la terapia ocupacional dos días a la semana, también la recibo en mi casa; tomo muchos medicamentos que son muy costosos, algunos de ellos son adquiridos en los Estados Unidos; me realizan análisis de pruebas hepáticas cada tres meses y son enviados al neurólogo del hospital de Massachusetts, para observar si los medicamentos tienen efectos secundarios y él pueda emitir o ajustar la indicación de las medicinas. 

Debo recibir todas las terapias mencionadas anteriormente y tomar todos los medicamentos para tener una mejor calidad de vida, lo cual conlleva muchos gastos; gracias a Dios, recibo el apoyo de mi familia, donaciones y ayuda económica de personas generosas; soy ingeniera civil de profesión, y como ahora he perdido el 70% de mi movilidad, continúo trabajando con dificultad. 

Al padecer todas esas limitaciones, muchas personas quizás piensen: “¿Qué será de su vida ahora?, una mujer tan trabajadora, activa en su parroquia casi 24/7; pues en mi parroquia trabajaba en todo lo que me solicitaban: en el área de liturgia, en la pastoral familiar, en la pastoral de multitudes, en el equipo económico, en lo que fuese necesario colaborar para agradar a mi Señor. Pasado un tiempo, y al mi salud irme limitando para realizar esos trabajos, recordé las palabras de una monja, Mercedes Mol: “Rosa, Rosa deja de ser Marta”, esa frase me puso a pensar. Por lo que, ante el padecimiento de esta enfermedad me dije: “Es hora de tomar en cuenta esa frase, el Señor quiere que deje de ser Marta y pase a ser María”. (“Una sola cosa es necesaria. María ha elegido la mejor parte y nadie se la arrebatará.» Lucas 10, 42). 

En todo este tiempo, sé que muchas personas se han preocupado por mí; pero si han pensado: “Se va a deprimir”, puedo confesarles que se equivocaron; a causa de padecer la enfermedad, y pasar de ser Marta a María, me he concentrado más en la lectura de la Palabra de Dios, en la oración, en la reflexión y en la práctica de la caridad. 

La cita bíblica de Romanos 12,12: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración”, ha sido mi norte para analizar y hacer cosas; el sufrimiento me ha llevado a ser una persona paciente, tolerante, a no emitir juicio, a no juzgar, a pedir perdón y a perdonar. El tiempo de Dios es perfecto (2 Pedro 3, 8), pude hacer muchas cosas en poco tiempo. Ahora me dedico a orar, trato de dar a conocer quiénes son nuestros santos, su vida, explicar por qué nuestra Iglesia Católica hace algunas celebraciones especiales; suelo publicar el Evangelio diariamente, hacer algunas reflexiones de los buenos días, etc; todo esto lo hago a través de un grupo de difusión que lo integran unas 54 personas. 

Ahora bien, siempre es clave el realizar obras de caridad de manera anónima, tomando en cuenta lo que dijo el Señor: “Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.” (Mateo 6, 3). Por gracia de Dios, cuando oro siento su presencia, la cual me anima a orar por otras personas, por las situaciones que ocurren en nuestro país y en el mundo. Rezo el Santo Rosario todos los días y algunas personas me escriben para que ore por alguna situación por la que estén pasando. Y por medio de mis gestos y acciones, aunque debido a mi enfermedad tengo dificultad para expresarme, trato de ser motivo de esperanza para otras personas enfermas. 

Es claro que el hecho de tener a Dios en mi corazón, por encima de toda circunstancia, siempre me hace sonreír. “Nuestra alma espera en el Señor; Él es nuestra ayuda y nuestro escudo” (Salmos 33, 20).

– Rosa Yris De la Cruz Reyes

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