Ciencia y Fe ¿amigos?

julio 23, 2018


Por: Manuel Sarraff

/// Descubriendo el genoma de Dios.

El genoma es la totalidad de la información genética que posee un organismo en particular y que codifica para él. Nos define como especie pero también de manera personal, pues, como especie, todos tenemos disposiciones diferentes aunque la mayoría son estándares. Un día mirando CNN capté una entrevista al Dr. Francis Collins. Lo que dijo, me dejó sin palabras. Tomé mi computadora y de manera inmediata lo «googlié». Mayor fue mi sorpresa:
«Francis S. Collins (14 de abril de 1950) es un genetista de Estados Unidos, conocido por sus descubrimientos de genes causantes de enfermedades y por haber dirigido el Proyecto Genoma Humano durante nueve años. Es considerado como uno de los más importantes científicos vivos del mundo.»
Él narraba su historia. Fue ateo hasta los 27 años, cuando siendo un joven médico le llamó la atención la fuerza de varios de sus pacientes más delicados de salud, que en vez de quejarse a Dios, parecían apoyarse en su fe como una fuente de fuerza y consuelo. Luego leyó «Mero Cristianismo» de C. S. Lewis (autor de «Las Crónicas de Narnia») libro que lo terminó de impulsar hacia el cristianismo.

Dios y sus 3.1 billones de cartas.

Dice que como director del proyecto del genoma humano, él y los demás científicos pudieron ver a Dios hablarle a través de las 3.1 billones de cartas del genoma humano, el libro de instrucciones de nuestro ADN. Comenta que «Como un creyente, yo veo el ADN, la molécula que describe todos los seres vivos de manera particular, como el lenguaje personal de Dios. La elegancia y complejidad de nuestros propios cuerpos, y el resto de la naturaleza, solamente nos habla de Dios y su plan maravilloso».
Seguí escuchando absorto mientras subía el volumen «No siempre tuve esta perspectiva. Como estudiante, era un ateo y no encontraba razón alguna para pensar en postulados fuera de las matemáticas, la física o la química. Pero cuando entré a la facultad de medicina, fue muy duro ver situaciones entre la vida y la muerte. Hasta que un día un paciente me preguntó: “Doctor, ¿Usted en qué cree?” Inmediatamente empecé a buscar respuestas».

La ciencia no tiene todas las respuestas.

El doctor continuó: «Tuve que admitir que la ciencia que tanto amaba se quedó sin respuestas ante preguntas como: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Realmente cómo funcionan las matemáticas?. Si el universo tuvo un principio ¿Quién lo creo? ¿Por qué las constantes físicas en el universo están tan exactamente entreligadas para funcionar juntas hasta el grado de crear la posibilidad de que existan formas de vida tan complejas? ¿Por qué los humanos tienen un sentido moral? ¿Qué pasa después de la muerte?»
«Siempre he asumido que la fe estaba basada en argumentos puramente emocionales e irracionales, y me sorprendí al descubrir, al principio en el catedrático de Oxford C.S. Lewis y subsecuentemente en otros autores, de que puede existir varios argumentos lo suficientemente fuertes y racionales para la plausibilidad de la existencia de Dios».
El argumento básico racional de «Yo sé que no existe Dios» emerge para las personas más estudiadas, como el más difícil de defender, una vez se escrudiña a Dios de esta manera. Como dijo el escritor inglés G.K. Chesterton, «El ateísmo es el más atrevido de los dogmas, porque es la afirmación de un negativo universal».
Francis Collins confiesa en su libro «¿Cómo Habla Dios?» (The Language of God), que el descubrimiento del genoma humano le permitió vislumbrar el trabajo de Dios. Reivindica que, según él, hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos llevan al hombre más cerca de Dios.

¿Ciencia versus fe, o ciencia y fe?

Aunque según él describe, la razón sola no puede demostrar la existencia de Dios. Se necesita la fe. Él cuenta que después de varios años de investigación personal acerca del carácter de éste Dios que lo ama de manera personal, tuvo que encontrarse con la persona de Jesucristo. La realidad es que también encontró fuerte evidencia histórica de la vida de Jesús. Sorprendido por el hecho de lo que Jesús hizo y dijo: «ama a tu prójimo como a ti mismo», y el hecho de hacerse llamar el hijo de Dios, demandó una decisión acerca de si Jesús es en verdad el hijo de Dios, un malvado o un loco. Después de dos años batallando consigo mismo, no tuvo más que responderle a un Dios que lo cuestionaba de manera personal, entregándole su vida a Jesús.
Mirándolo fijamente, el periodista lo cuestionó acerca de los milagros. Él considera que los milagros son una «posibilidad real» y descartó que la ciencia sirva para refutar la existencia de Dios debido a que está confinada al mundo «natural».
Collins explica que cuando da un gran paso adelante en el avance científico, es un momento de alegría intelectual; pero es también un momento donde siente cercanía con el Creador, en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes, pero que Dios sí conocía desde siempre.
Su entrevista terminó diciendo: «Yo soy un científico y un creyente, y no encuentro conflicto entre ambos puntos de vista. He encontrado una armonía maravillosa entre la fe y la religión. El Dios de la biblia es también el Dios del genoma humano. A Dios se le encuentra en la catedral como en el laboratorio. A través de la investigación de la maravillosa y majestuosa creación de Dios, la ciencia para mí es un medio de adoración a El».

La ciencia es de Dios.

Yo quedé totalmente sorprendido. Nuestros cuestionamientos son inmensamente profundos y sin respuestas. Mediáticamente el enfrentamiento entre ciencia y religión es real. En la práctica no lo es. Según Albert Einstein, el hombre encuentra a Dios en cada puerta de la ciencia. La ciencia demuestra la existencia de Dios.
Collins se une así, a una línea de científicos cuyos descubrimientos han contribuido a reafirmar su fe en Dios: Louis Pasteur, Arno Penzias, Ernst Boris Chain, Nicolás Copérnico, Francis Bacon, Johannes Keppler, Galileo Galilei, Isaac Newton, René Descartes, Max Planck y muchos otros. Todos encontraban regocijo en ver «el genoma de Dios» dándole explicación a sus teorías. Frank Tippler, Ph.D. nos dice: “«Si uno hace un análisis físico, Dios no puede ser obviado. Él está presente en todo lo que uno analiza».
En mi opinión, hay un argumento más fuerte que la razón o la fe: El amor ilimitado de Dios. Nos ama con locura y de manera personal, conociendo, según él, hasta el número de nuestros cabellos (Mateo 10:30). ¡Tú no eres otra cara más en la multitud! Dios te conoce como una persona separada y distinta. ¿Si a Dios le interesa el número de tus cabellos, no le interesarán otros asuntos más importantes para ti? Dios te conoce porque te ama, no te ama porque te conoce. Si el genoma es la totalidad de la información genética que posee un organismo en particular y que codifica para él, el genoma de Dios es puro amor y atención de él para ti.
Einstein es probablemente el mejor conocido y el más reverenciado científico del siglo XX, y es relacionado con las revoluciones más importantes de ese tiempo, en nuestro pensar sobre el tiempo, la gravedad, y la conversión de la materia en energía. «La ciencia sin religión es renga, La religión sin ciencia es ciega». «Es posible que todo pueda ser descrito científicamente, pero no tendría sentido. Es como si describieran una sinfonía de Beethoven como una variación en las presiones de onda. ¿Cómo describirían la sensación de un beso o el te quiero de un niño?». «Hay dos maneras de vivir una vida: La primera es pensar que nada es un milagro. La segunda es pensar que todo es un milagro. De lo que estoy seguro es que Dios existe».

Fuente: REVISTA IÓN | EDICIÓN 04.
COMENTARIOS
  1. Darwin Pou Moquete dice:

    Buscar la famosa carta de Dios de Einstein.

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