La Iglesia de América Latina y el Caribe está viviendo un nuevo Pentecostés. Este pequeño artículo pretende hacer partícipe del acontecimiento a todos los hermanos y a las hermanas, especialmente a los que aún no lo conocen, incluyendo a los no católicos y a los no creyentes, porque también ellos y ellas tienen mucho qué decirnos.
¿En qué cosiste esta asamblea eclesial? Se ha convocado a todo el Pueblo de Dios en América Latina y el Caribe; Pueblo de Dios e Iglesia son la misma cosa. La convocatoria ha sido realizada por el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana). Como antecedente, dicho organismo ha realizado cinco Conferencias Generales, la cual ha tenido el nombre del lugar donde se ha celebrado: 1. Río de Janeiro (1955); 2. Medellín (1968), luego del concilio Vaticano II (1965); 3. Puebla (1979); 4. Santo Domingo (1992); 5. Aparecida (2007). En cada una de estas se buscó dar respuesta a los signos de los tiempos y responder a los principales desafíos evangelizadores para el continente, especialmente con el sentir y la teología del Vaticano II.
En la actualidad, el CELAM se preguntó sobre la posibilidad de inaugurar una VI Conferencia. Por orientaciones del santo padre, Papa Francisco, se priorizó una asamblea general que diera continuidad a la propuesta de Aparecida. La propuesta y la teología de esta V Conferencia consistieron en que todos seamos discípulos misioneros de Jesús, para que nuestros pueblos tengan vida en abundancia.
La propuesta pastoral de Aparecida sigue siendo válida en este contexto histórico donde desafían las siguientes realidades; a nivel social: pandemia Covid 19, modelo económico, complejidades culturales, el cuidado de la casa común, la violencia, brechas educativas, migración, situación de pueblos originarios y afrodescendientes; a nivel eclesial: secularización, protestantismo, urbanismo, juventud, abusos sexuales, clericalismo, situación de la mujer en la Iglesia, etc. Entre los pilares reflexivos para iluminar esta realidad se han destacado, como punto de partida: el encuentro con Jesús, los signos de los tiempos, la madurez en el seguimiento, el servicio a la vida, Iglesia en salida, la evangelización. Las líneas generales de actuación consideran: la conversión personal, comunitaria y social para recorrer nuevos caminos; ecología integral, economía solidaria sostenible, compromiso con la cultura de paz, las nuevas tecnologías, la interculturalidad e inculturación, la democracia, la vida frágil de nuestros pueblos, renovación eclesial.
¿Qué novedad nos trae esta asamblea eclesial con relación a las anteriores convocatorias? Esta vez, las propuestas pastorales a ser ofrecidas para restaurar y regenerar la vida eclesial parten de la espiritualidad sinodal. La sinodalidad, a manera resumida es: “el ejercicio de la corresponsabilidad propia de cada fiel cristiano, de acuerdo con su condición de miembro del Pueblo de Dios, que le permite vivir la comunión y la participación para responder a los retos del momento que vivimos… para alcanzar una Iglesia viva en donde todos sus miembros, cada uno de acuerdo con su propia vocación, participemos en comunión de fe en la misión evangelizadora de la Iglesia bajo la guía del Espíritu Santo”.
Para alcanzar su propósito de Iglesia en camino, inclusiva y participativa, se ha instaurado una sabia metodología que ha dinamizado toda la vida eclesial del continente en diversas fases: primero se identificaron las urgencias pastorales; se elaboraron documentos para sensibilizar el proceso y darlo a conocer. Se inauguró un proceso de escucha continental, con las más variadas estrategias y herramientas a fin de que cada persona tenga la oportunidad de expresarse y dar su aporte; en cada conferencia episcopal nacional se formó un equipo para dinamizar dicho proceso, compuesto por: un obispo, dos sacerdotes, un diácono permanente, un consagrado, una consagrada, un laico, una laica, un joven y una joven; este proceso de escucha terminó el 30 de agosto de este año; será fundamento de discernimiento para la asamblea en sí, a ser celebrada en México los días del 25 al 28 del mes de noviembre. Este genuino proceso espiritual, donde caminamos juntos y juntas en Cristo Camino y Caminante, puede servir de modelo para toda la Iglesia universal en sus respectivos continentes. Para más detalles se puede consultar: https: //asambleaeclesial.lat
“Que esta asamblea eclesial no sea una élite separada, sino junto al Pueblo del que todos somos parte” (Papa Francisco).
-Hna. Ángela Cabrera, OP.