Alimento y techo: Las obras más urgentes

julio 23, 2018

 «Jesús y la Iglesia nos hacen la propuesta de vivir 3 obras corporales de misericordia que son esenciales para devolver la dignidad humana a muchos allá afuera»

Por: Manuel Lamarche
Mercadólogo y Director de LEXICO Business Academy

/// Según el padre de la psicología Abraham Maslow, las primeras necesidades del ser humano son las necesidades fisiológicas. Entre ellas está la alimentación, en la que se incluye la ingesta de líquidos. Pero también están las segundas necesidades básicas de toda persona, las necesidades de seguridad, como tener un techo en donde cobijarse. Sin la satisfacción de estas necesidades el ser humano pierde su dignidad como persona y su capacidad de desarrollarse.

LISTO PARA EL RETO

Jesús y la Iglesia nos hacen la propuesta de vivir 3 obras corporales de misericordia que son esenciales para devolver la dignidad humana a muchos allá afuera.

1 Alojar al que no tiene casa y al peregrino.

Ofrecer hospedaje y refugio al que deambula por las calles sin un lugar donde vivir y protegerse.

2 Dar de beber al sediento.

Tratar de calmar la sed de aquel que necesita de líquido.

3 Dar de comer al hambriento.

Proveyendo de alimento al que no lo tiene.

¿Cómo puedo hacer práctica de éstas obras de misericordia corporales?

1 En vez de darle dinero a un niño que pide en la calle, detente y compra un paquete de galletas y un jugo y regálaselos en la próxima ocasión. Esto les alegrará mucho y les hará bien a la salud.

2 Compra un paquete de platos y vasos desechables y cocina un plato para una persona más al menos una vez a la semana. Sírvele para llevar y cuando salgas y veas a un hambriento dáselo.

3 Si en tu casa tienes patio o tu familia tiene una finca ¡Siembra! Crea un «Cultivo Social». Recoge tu cosecha y llévale a alguien que los necesite.

4 Cuando salgas a comer, si vas a dejar algo y aún no lo has empezado a consumir, ¡no lo eches a la basura!. Pídelo para llevar y compártelo con el próximo necesitado que encuentres en el camino.

5 Hay alimentos enlatados que muchas veces almacenamos por meses y luego ni sabemos qué hacer con ellos. Revisa tu despensa y busca esas latas de alimentos. Entrégalas al que lo necesita.

¡¿Acoger a alguien desconocido en mi casa?!  

Te imagino diciendo con toda la razón del mundo «¡Eso es muy peligroso!». Pero hay muchos que necesitan alojamiento, y la buena noticia es que hay muchas formas de hacerlo.

1. Si ves a un indigente sin hogar acércate, llévale a un hogar de acogida y contribuye con su alimentación.

2. Si ves a un estudiante extranjero(a) que no tiene donde hospedarse en su proceso de encontrar un aparta-estudio, ofrécele una habitación por algunos días.

3. Si vienen misioneros por un tiempo determinado pon tu hogar a la orden para acoger a alguno(a).

Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteisde beber; era forastero, y me acogisteis». (Mateo 25, 34-35)

SI USTED VA A AYUNAR, DELE SU COMIDA A UN HAMBRIENTO

Esto lo dijo un sacerdote durante una Misa. Eso me impactó. Salí de allí y me lo tomé en serio en gran parte. Cada domingo cocinaba un plato más y salía a buscar un hambriento. Me sentí muy feliz cuando algunos «guachimanes» muy mal nutridos recibían con alegría aquella comida con un vaso de agua fría, y a veces, por tener tanta hambre no bien me miraban y empezaban a comer.

Un domingo de esos salí con la cantina plástica repleta y el vaso lleno hasta el borde buscando al hambriento del día. Caminé y caminé varias esquinas del sector, pero no aparecía nadie. Al cabo de unos 15 minutos caminando y ya a punto de regresarme a la casa vi a lo lejos a un hombre escarbando entre los zafacones.

Me dirigí hacia él y tan sólo pude decirle: – Alguien que te ama mucho te mandó esto. Su nombre es Jesús. Aquel hombre me miró y se le llenaron los ojos de lágrimas (al igual que a mí). Le dije: – Oremos brevemente, y así fue. Ese día me encontré mi corazón se llenó de alegría, pues vi a Jesús.

 

Fuente: IÓN CORRIENTE ALTERNA| EDICIÓN 22.

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