LAUDES

abril 15, 2025

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: OJOS MUERTOS QUE MIRÁIS.

Ojos muertos que miráis

con mirar indescriptible

y con fuerza irresistible

atraéis y cautiváis,

¿por qué, si muertos estáis,

tenéis tan viva expresión

que así turbáis mi razón

trocando vuestras miradas

en dos punzantes espadas

que parten mi corazón?

Al veros, ojos piadosos,

todo mi ser se conmueve.

¿Quién a miraros se atreve

sin llorar, ojos llorosos?

Me cautiváis amorosos,

me reprendéis justicieros,

inspiráis dolor y calma,

sois tiernos y sois severos,

y las borrascas del alma

enfrenáis sólo con veros.

¡Ah! Permitid ojos píos,

ojos que sois el encanto

del cielo, que con mi llanto

borre mis locos desvíos;

bebí en cenagosos ríos

aguas de ponzoñas llenas

que, al infiltrarse en mis venas,

causaron fiebres ardientes.

¡Cómo olvidé que erais fuentes

de aguas dulces y serenas! Amén.

SALMODIA

Ant 1. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.

Salmo 42 – DESEO DEL TEMPLO.

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa

contra gente sin piedad,

sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector,

¿por qué me rechazas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad:

que ellas me guíen

y me conduzcan hasta tu monte santo,

hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios,

al Dios de mi alegría;

que te dé gracias al son de la cítara,

Señor, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Defiende mi causa, Señor, sálvame del hombre traidor y malvado.

Ant 2. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.

Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20

Yo pensé: «En medio de mis días

tengo que marchar hacia las puertas del abismo;

me privan del resto de mis años.»

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor

en la tierra de los vivos,

ya no miraré a los hombres

entre los habitantes del mundo.

Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor devanaba yo mi vida,

y me cortan la trama.»

Día y noche me estás acabando,

sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león,

día y noche me estas acabando.

Estoy piando como una golondrina,

gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen:

¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

Me has curado, me has hecho revivir,

la amargura se me volvió paz

cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía

y volviste la espalda a todos mis pecados.

El abismo no te da gracias,

ni la muerte te alaba,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.

Los vivos, los vivos son quienes te alaban:

como yo ahora.

El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas

todos nuestros días en la casa del Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú defendiste, Señor, la causa de mi alma y rescataste mi vida, Señor, Dios mío.

Ant 3. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.

Salmo 64 – SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.

¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,

y a ti se te cumplen los votos,

porque tú escuchas las súplicas.

A ti acude todo mortal

a causa de sus culpas;

nuestros delitos nos abruman,

pero tú los perdonas.

Dichoso el que tú eliges y acercas

para que viva en tus atrios:

que nos saciemos de los bienes de tu casa,

de los dones sagrados de tu templo.

Con portentos de justicia nos respondes,

Dios, salvador nuestro;

tú, esperanza del confín de la tierra

y del océano remoto;

Tú que afianzas los montes con tu fuerza,

ceñido de poder;

tú que reprimes el estruendo del mar,

el estruendo de las olas

y el tumulto de los pueblos.

Los habitantes del extremo del orbe

se sobrecogen ante tus signos,

y a las puertas de la aurora y del ocaso

las llenas de júbilo.

Tú cuidas de la tierra, la riegas

y la enriqueces sin medida;

la acequia de Dios va llena de agua,

preparas los trigales;

riegas los surcos, igualas los terrones,

tu llovizna los deja mullidos,

bendices sus brotes;

coronas el año con tus bienes,

las rodadas de tu carro rezuman abundancia;

rezuman los pastos del páramo,

y las colinas se orlan de alegría;

las praderas se cubren de rebaños,

y los valles se visten de mieses,

que aclaman y cantan.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos.

LECTURA BREVE Za 12, 10-11a

Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día será grande el luto de Jerusalén.

RESPONSORIO BREVE

V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti, antes que el mundo existiese.

PRECES

Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:

Señor, ten piedad de nosotros.

Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,

conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.

Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,

sana nuestras heridas.

Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,

haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de este árbol.

Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,

perdónanos también a nosotros, pecadores.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Siguiendo la enseñanza de Jesucristo, que nos ha hecho hijos de Dios, digamos juntos a nuestro Padre:

Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor que alcancemos tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

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