V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Llenos de júbilo, te celebramos,
Marta, mujer afortunada,
que mereciste, más de una vez,
hospedar a Cristo en tu casa.
Movida dulcemente por el amor,
te desvías, gustosa,
estando pendiente de todo,
para atender al Huésped divino.
Mientras disponías complacida
la mesa para el Señor,
María y Lázaro tomaban de Él para sus almas
el sustento de la vida de la gracia.
Presintiendo su muerte,
María ungió al Señor con nardo puro,
y tú le dispensaste,
por última vez, tus servicios.
Y hoy, que, a su vez,
sois huéspedes dichosos de Jesús,
haced que nuestros corazones sean,
como Betania, su morada de amistad.
Gloria Dios, Uno y Trino,
que nos conceda un día
cantar con vosotros sus alabanzas
en la casa del cielo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor hará justicia a los pobres.
SALMO 9B I – CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS
¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te escondes en el momento del aprieto?
La soberbia del impío oprime al infeliz
y lo enreda en las intrigas que ha tramado.
El malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El malvado dice con insolencia:
«No hay Dios que me pida cuentas.»
La intriga vicia siempre su conducta,
aleja de su mente tus juicios y desafía a sus rivales.
Piensa: «No vacilaré,
nunca jamás seré desgraciado.»
Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de fraudes;
su lengua encubre maldad y opresión;
en el zaguán se sienta al acecho
para matar a escondidas al inocente.
Sus ojos espían al pobre;
acecha en su escondrijo como león en su guarida,
acecha al desgraciado para robarle,
arrastrándolo a sus redes;
se agacha y se encoge
y con violencia cae sobre el indefenso.
Piensa: «Dios lo olvida,
se tapa la cara para no enterarse.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor hará justicia a los pobres.
Ant 2. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.
Salmo 9B – II
Levántate, Señor, extiende tu mano,
no te olvides de los humildes;
¿por qué ha de despreciar a Dios el malvado,
pensando que no le pedirá cuentas?
Pero tú ves las penas y los trabajos,
tú miras y los tomas en tus manos.
A ti se encomienda el pobre,
tú socorres al huérfano.
Rómpele el brazo al malvado,
pídele cuentas de su maldad, y que desaparezca.
El Señor reinará eternamente
y los gentiles desaparecerán de su tierra.
Señor, tú escuchas los deseos de los humildes,
les prestas oído y los animas;
tú defiendes al huérfano y al desvalido:
que el hombre hecho de tierra
no vuelva a sembrar su terror.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, ves las penas y los trabajos.
Ant 3. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.
Salmo 11 – INVOCACIÓN A LA FIDELIDAD DE DIOS CONTRA LOS ENEMIGOS MENTIROSOS.
Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblez de corazón.
Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua orgullosa
de los que dicen: «la lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?»
El Señor responde: «por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre, yo me levantaré,
y pondré a salvo al que lo ansía».
Las palabras del Señor son palabras sinceras,
como plata limpia de escoria,
refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente:
de los malvados que merodean
para chupar como sanguijuelas sangre humana.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Las palabras del Señor son palabras sinceras, como plata refinada siete veces.
V. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud.
R. Enseña su camino a los humildes.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de los Reyes 11, 14. 26-43
PECADOS DE SALOMÓN. REBELIÓN Y FUGA DE JEROBOAM
En aquellos días, el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras, además de la hija del faraón: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas, de las naciones de quienes había dicho el Señor a los de Israel:
«No os unáis con ellas, ni ellas con vosotros, porque os desviarán el corazón tras sus dioses.»
Salomón se enamoró perdidamente de ellas; tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas. Y así, cuando llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el corazón de David, su padre.
Jeroboam, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón, se rebeló contra el rey. La ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el terraplén para rellenar el foso de la ciudad de David, su padre. Jeroboam era un hombre de valer, y Salomón, viendo que el joven trabajaba bien, lo nombró capataz de todos los cargadores de la casa de José. Un día, salió Jeroboam de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado. Ajías tomó su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboam:
«Cógete diez trozos, porque así dice el Señor Dios de Israel: «Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel; porque me ha abandonado y ha adorado a Astarté, diosa de los fenicios, a Camós, dios de Moab, a Malcón, dios de los amonitas, y no ha caminado por mis sendas, practicando lo que yo apruebo, mis mandatos y preceptos, como su padre, David.
No le quitaré todo el reino; en consideración a mi siervo David, a quien elegí, que guardó mis leyes y preceptos, lo mantendré de jefe mientras viva; pero a su hijo le quito el reino y te doy a ti diez tribus. A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre.
En cuanto a ti, voy a escogerte para que seas rey de Israel, según tus ambiciones. Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice con David, y te daré Israel. Humillaré a los descendientes de David por esto, aunque no para siempre.»»
Salomón intentó matar a Jeroboam, pero Jeroboam emprendió la fuga a Egipto, donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.
Para más datos sobre Salomón, sus empresas y su sabiduría, véanse los Anales de Salomón. Salomón reinó en Jerusalén, sobre todo Israel, cuarenta años. Cuando murió, lo enterraron en la ciudad de David, su padre. Su hijo Roboam le sucedió en el trono.
RESPONSORIO Sir 47, 22. 24; 2Tm 2, 13
R. Tú, Salomón, pusiste un borrón sobre tu gloria; pero el Señor no renuncia jamás a su lealtad, * no deja que se pierdan sus palabras.
V. Dios permanece fiel, porque no puede desmentirse a sí mismo.
R. No deja que se pierdan sus palabras.
SEGUNDA LECTURA
De los sermones de san Bernardo, abad
(Sermo 3 in Assumptione beatæ Mariæ Virginis, 4.5: PL 183, 423. 424)
EL ORDEN DE LA CARIDAD HA DISTRIBUIDO EN NUESTRA CASA LOS OFICIOS
Observemos atentamente cómo ha regulado el amor en esta nuestra casa las tres ocupaciones: la administración de Marta, la contemplación de María y la penitencia de Lázaro. Las tres deben hallarse en toda alma perfecta; sin embargo, cada uno siente preferencia por alguna de ellas: éste se entrega a la contemplación, aquel al servicio de los hermanos y el otro a llorar su vida pasada como los leprosos que viven en los sepulcros. María esté absorta en la meditación piadosa de su Dios; Marta sea todo misericordia y compasión hacia el prójimo y Lázaro se mantenga en la humildad y desprecio de sí mismo.
Que cada uno busque el lugar que le pertenece. Si se encontrasen en esta ciudad tres varones: Noé, Daniel y Job, por ser justos salvarán ellos la vida -oráculo del Señor-. Pero no salvarán a sus hijos ni a sus hijas. No pretendo adular a nadie, ni que nadie se engañe a sí mismo. Los que no tienen ningún cargo, ni se les ha confiado alguna ocupación especial, permanezcan sentados a los pies de Jesús con María, o con Lázaro en el sepulcro. Que Marta se afane y se preocupe de mil cuidados. Tú, en cambio, que estás libre de todo eso, opta por una de estas dos cosas: vivir tranquilo y hacer del Señor tu delicia. Y si todavía no eres capaz de esto, no te vuelques al exterior, sino vive dentro de ti mismo, como el Profeta.
Lo vuelvo a repetir para que nadie alegue después ignorancia. Si no tienes que construir el arca o dirigir su mundo sobre las olas, procura ser un hombre de deseos como Daniel, o un hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos como Job. De lo contrario, el que te quiere ver candente y abrasado en el juego del amor, por contemplándole a él, o frío y apagando las flechas incendiarias del enemigo con el agua de la compunción te escupirá de su boca porque eres tibio y le produces náuseas. María, por su parte, también debe saber que intente ser de fiar, como se pide a los encargados. Y será fiel si su intención es pura, es decir, si no busca su propio provecho, sino el de Jesucristo, y si su actividad está bien ordenada, esto es, si no hace su propia voluntad, sino la del Señor.
Algunos no son generosos y ya han cobrado su paga. Otros se dejan llevar de sus impulsos, y contaminan todo lo que ofrecen con las huellas de su propia voluntad. Acudamos al canto nupcial y veamos cómo llama el esposo a su esposa, y no omite ni añade nada a estas tres cosas: Levántate, corre, amada mía, ¿Qué mejor amiga que la que está atenta a los intereses del Señor y le entrega generosamente su vida? Siempre que interrumpe sus preocupaciones espirituales por uno de sus pequeñuelos, le está dando su vida. ¿No es hermosa la que refleja a cara descubierta la gloria del Señor, y se va transformando en su imagen con resplandor creciente por el Espíritu del Señor? ¿Y no es paloma la que gime y llora en los huecos de la peña o en las grietas del barranco, encerrada en una losa?
RESPONSORIO Cf. Jn 12,1-3
R. Después de que Jesús resucitó a Lázaro, le ofrecieron un banquete en Betania, * y Marta servía la mesa.
V. María tomó una libra de ungüento precioso y ungió los pies de Jesús.
R. Y Marta servía la mesa.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh, Dios, tu Hijo llamó a Lázaro del sepulcro a la vida, y se dignó hospedarse en casa de Marta, haz que, sirviéndole a él fielmente en nuestros hermanos, merezcamos, con María, ser alimentados con la meditación de su palabra. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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